jueves, 22 de diciembre de 2016

Consecuencias de la entomofobia en la vida cotidiana

Además de las reacciones de terror y ansiedad que los entomofóbicos sufren ante la visión o cercanía de un insecto, esta fobia tiene otras consecuencias para la vida cotidiana de las personas que padecen este trastorno. Algunas de las consecuencias más importantes son:
  • Evitación de cualquier sitio donde crean que puede hacer insectos: La visión de un insecto en un lugar determinado puede hacer que el entomofóbico decida no acudir a ese lugar nunca más, por lo que los lugares en los que puede realizar actividades van reduciéndose. La visión de un insecto en una habitación o incluso en una zona abierta, puede hacer que les resulte imposible acercarse o que, si tienen que hacerlo, deban luchar contra sus reacciones de pánico.
  • Limitación de los lugares a los que pueden ir: La evitación continua de los lugares en los que puede haber insectos determinará parte de la vida del entomofóbico. Así, determinará, por ejemplo, el lugar en el que viven, ya que preferirán la seguridad de las ciudades a los peligros del campo. También influirá en la elección de los lugares a los que ir de vacaciones o de las actividades o deportes que decida practicar. Para ellos, por ejemplo, puede resultar traumático plantearse una acampada, realizar senderismo o hacer un viaje a un país tropical, donde los insectos son más grandes y numerosos.
  • Conductas de evitación: El entomofóbico puede intentar convertir su casa en un “fortín” contra los insectos. Por ello, pueden realizar continuos rituales de limpieza y vigilancia, intentando detectar y eliminar con ellos cualquier insecto que pueda haberse colado y que esté escondido. En los casos más graves de este trastorno, el entomofóbico gastará mucho tiempo y energía en limpiar alfombras, armarios y rincones, intentando controlar cada centímetro de la casa. Pueden usar también grandes cantidades de insecticida de forma frecuente e, incluso, negarse a abrir las ventanas para ventilar, ya que esto estaría abriendo una puerta de entrada a los insectos.

¿Cómo ayudar a una persona que padece entomofobia?

Si tenemos una persona cercana (pareja, amigo, familiar…) que padece esta fobia, es muy posible que no comprendamos su miedo y que su comportamiento nos parezca exagerado e irracional. Sin embargo, no sirve de nada ridiculizarlo, decirle nuestra opinión o intentar convencerle de que su comportamiento no es normal. Todo eso él ya lo sabe pero no consigue controlar su miedo, con lo que ese tipo de comentarios sólo servirán para que la persona se siente ridícula, culpable e incomprendida. Si de verdad queremos ayudar a una persona que padece esta fobia, aquí proponemos algunos consejos que podéis seguir:
  • Escucharle: Intenta comprender sus miedos y ponerte en su lugar. Debes escuchar de verdad, sin juzgarle ni pensar que sus miedos son tonterías. Simplemente con esto, la persona ya se sentirá más acompañada. Este punto es muy importante si la persona que padece la entomofobia es un niño, ya que pueden angustiarse mucho por su problema.
  • Informarle: Una gran parte de la entomofobia suele estar causada por la falta de la información acerca de los hábitos y maneras de actuar de los insectos, a los que se les puede atribuir por desconocimiento características de agresividad y peligrosidad que no son ciertas. Por ello, el conocimiento acerca de los insectos puede reducir parte de la fobia. Es importante también informar a la persona sobre lo que es una fobia, cuáles son los síntomas, a qué se deben y sobre las posibilidades de tratamiento, ya que eso reducirá su miedo a estar volviéndose loco y su angustia por no entender qué le está pasando.
  • Ayudarle con el tratamiento: Además de informarle sobre las posibilidades de tratamiento, puede que la persona se sienta más tranquila si le ofreces acompañarle a las primeras sesiones de tratamiento. También es positivo que le preguntes cómo le está yendo, le apoyes y refuerces sus esfuerzos. A pesar de que a la gente sin miedo a los insectos puede parecerle una tontería, enfrentarse a los propios miedos es siempre una tarea dura y desagradable en la que se necesita todo el apoyo posible de los seres queridos.

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