El envejecimiento de las abejas:
abejas de verano y abejas de invierno
Introducción
La longevidad o duración de
la vida y más específicamente
el proceso de envejecimiento,
es una cuestión que ha interesado
al hombre desde la más
remota antigüedad.
Diferentes civilizaciones a lo
largo de nuestra historia
humana han buscado antídotos
al envejecimiento, como
el “elixir de la eterna juventud”
o diferentes fórmulas
magistrales (no vamos a tener
en cuenta los cosméticos y sus
campañas publicitarias) que
nos permitiesen retrasar el
envejecimiento y/o vivir más
tiempo.
Son varios los escritores que
han plasmado en sus novelas
historias en las que el envejecimiento
ocupa un papel central.
Oscar Wilde escribió “El
retrato de Dorian Gray”, en
esta obra el protagonista
(Dorian) desea tener siempre
la edad (aspecto) que representa
en un cuadro que su
amigo Basil Hallward le pintó.
El deseo se le concede, manteniéndose
Dorian siempre
joven y envejeciendo su figura
sólo en el cuadro. Un caso
similar es el mito de Fausto
que vendió su alma al diablo
para obtener la sabiduría.
Si queremos estudiar como
modificar un proceso lo primero
que tenemos que hacer
es conocer ese proceso. Por lo
tanto para poder detener o
ralentizar los procesos o efectos
del envejecimiento, primero
tenemos que conocer
cómo y porqué se produce, y
luego tendremos que buscar
las soluciones o los posibles
tratamientos.
En el mundo de las abejas
existen grandes diferencias
en la longevidad de reinas,
obreras y zánganos. Al consultar
la bibliografía disponible
observamos que diferentes
autores dan valores algo
distintos, pero podemos hacer
una generalización. Las reinas
pueden vivir entre 1 y 5 años, mientras que las obreras típicamente
viven entre 4 y 6
semanas en verano, y más de
6 meses en invierno. En un
ambiente controlado las obreras
pueden llegar a vivir más
de 10 meses. Para los zánganos
se admite una vida media
de 60 días, aunque algunos
autores incrementan esta longevidad
hasta los 90 días.
Estas diferencias en la longevidad
de nuestras queridas
abejas han atraído el interés
de varios investigadores que
trabajan sobre los procesos de
envejecimiento. ¿Por que?, la
contestación es relativamente
sencilla: las reinas y las obreras
son hembras que proceden
del mismo tipo de huevo
pero con un importante factor
de diferenciación, el tipo de
alimentación. Sabemos que
una larva de menos de 2 ½
días es totipotencial, es decir,
puede evolucionar como
reina o como obrera, su destino
depende del tipo y cantidad
de alimento recibido.
¿Curioso no?
Todos sabemos que las nodrizas
son las encargadas de alimentar
la cría (larvas) y que
son las abejas adultas más
jóvenes de la colonia. Estas
obreras después de emerger
de las celdillas de cría, necesitan
entre 6 y 24 horas para
madurar sus glándulas hipofaríngeas
y convertirse en
auténticas nodrizas. Durante
este tiempo consumen grandes
cantidades de proteína,
que además de ser usada para
su propio beneficio les va a
permitir fabricar la jalea real.
La composición de la jalea real
no es la misma a lo largo de
los 15-20 días que suele durar
esta fase vital de una obrera.
Aproximadamente en los primeros
6 días las nodrizas producen
un líquido opaco blanquecino
y de baja densidad. A
partir de este momento van a
originar un líquido de color
blanco nacarado o marfil y de
mayor densidad. En las primeras
fases de desarrollo de la cría las futuras abejas son alimentadas
unas 13
veces/hora, incrementándose
progresivamente esta frecuencia
hasta alcanzar los 16
suministros de alimento en
una hora. Si hacemos las
cuentas, aproximadamente
en los 3 primeros días de vida
de una larva esta es alimentada
unas 1.600 veces.
Abejas de
verano/abejas
de invierno
El tema de las abejas de verano
y las abejas de invierno no
es nuevo en la literatura apí-
cola. Se sabe que la abeja
invernal es más longeva que
la abeja de verano y diferentes
autores han intentado
encontrar una explicación a
estas diferencias en la esperanza
de vida. Por ejemplo, F.
Ruttner sostenía que las abejas
más longevas en su fase de
larva eran alimentadas un día
más con polen, si se comparaba
con la alimentación que
recibían las larvas que serían
las abejas de verano. Otros
autores afirman que la abeja
de invierno consume jalea
real medio día más que la
abeja de verano. También hay
hipótesis que afirman que el
polen de otoño es más rico en
proteínas, o que las abejas de
invierno son más longevas
por que trabajan menos que
las abejas de verano. Como
vemos hay opiniones para
todos los gustos.
Sabemos que en los ecosistemas
templados como los
nuestros la vida media de una
abeja obrera (Apis mellifera)
depende de la época del año
en la que nazca. En la bibliografía
consultada hay varias
citas, por ejemplo, las obreras
nacidas en primavera y verano
tienen una esperanza de
vida entre 25 y 35 días. En
cambio si estas mismas obreras
nacen a finales del verano
o en el otoño, tiene una esperanza
de vida de entre 6 y 8
meses, ya que sobreviven
durante todo el invierno hasta
alcanzar la siguiente primavera.
También sabemos que en los
ecosistemas tropicales esto no
ocurre. Por ejemplo, las obreras
de Apis mellifera scutellata
que viven en estas regiones,
tienen todas ellas una
esperanza de vida similar e
independiente de la época del
año en la que nacen. Parece
ser que las “abejas de invierno”
fue una característica que
evolucionó y se desarrollo en
la migración que realizaron
los antepasados de nuestras
abejas, desde el trópico hacia
los hábitats de tipo templado.
Las primeras preguntas que
nos podemos plantear conocido
lo expuesto en los párrafos
anteriores son: ¿por qué en
nuestros ecosistemas existen
obreras con diferentes esperanzas
de vida?, ¿qué ventaja
ofrece este comportamiento
de los animales?
Otras posibles preguntas serí-
an: ¿las abejas de invierno
“envejecen” más lentamente
que las de verano, o no envejecen?,
¿qué procesos fisioló-
gicos regulan o condiciones
de alguna forma la duración
de la vida de las obreras?,
¿realmente en las obreras se
dan procesos de envejecimiento?
Una observación curiosa que
en muchos casos pasa desapercibida
a muchos apicultores
consiste en que las colonias
que quedan huérfanas
por algún motivo y que se
convierten en zanganeras, a
pesar de no haber nuevos
nacimientos de obreras, estas
se mantienen vivas mucho
tiempo en la colmena y si se
observan con cuidado no
parecen “muy viejas”.
La verdad es que estudiar el
envejecimiento de las obreras
es un asunto algo complicado,
debido a que la esperanza de
vida de una obrera depende
de una serie de factores que
podemos agrupar en dos
categorías: (I) internos o de la
colonia (alimentación, varroa,
etc.) y (II) externos o del
medio (depredadores, climatología
etc.).
Lo primero que tenemos que
averiguar es si realmente
existe alguna diferencia fisiológica
entre lo que hemos
denominado como abejas de
verano y abejas de invierno.
Varios estudios realizados
indican que sí, que hay diferencias.
Además proponen
que el contenido proteico corporal
parece ser un factor
importante que determina o
condiciona la longevidad de
las obreras.
Una glicoproteína (es una proteína unida a un azúcar) denominada
vitelogenina parece
que juega un papel crucial.
Esta glicoproteína es específica
de los animales de sexo
femenino, está relacionada
con la reproducción y es la
precursora en todos los animales
ovíparos (que ponen
huevos) de lo que conocemos
como yema del huevo. En los
animales invertebrados como
son los insectos, la vitelogenina
se sintetiza en el cuerpo
graso y en los vertebrados
como somos nosotros en el
hígado.
Como las obreras en una colonia
normal no producen huevos,
podemos esperar que los
niveles de esta proteína en el
cuerpo de estos animales fuesen
bajos, pero este no es el
caso, ya que los niveles corporales
de vitelogenina varían
en relación con la edad y
labor desarrollada por la
obrera. Además parece ser
que juega un importante
papel en los mecanismos que
regulan el envejecimiento de
estos insectos.
¿Donde almacenan las proteí-
nas las obreras?, sabemos que
están presente en el cuerpo
graso, la hemolinfa y las glándulas
hipofaríngeas.
Cuerpo graso
Está formado por delgadas
capas celulares que se extienden
por la cavidad corporal de
la cabeza, tórax y abdomen
de la abeja. Las células que lo
forman son básicamente células
de almacenamiento, especializadas
en la acumulación
de reservas nutritivas (lípidos,
proteínas y glucógeno) y en la
síntesis de diferentes productos.
Todas las células del cuerpo
graso están en contacto
con la hemolinfa.
En las abejas obreras el cuerpo
graso comienza a almacenar
reservas en los primeros
días de la edad adulta (abejas
nodrizas). En este tiempo se
inicia también la síntesis de
vitelogenina, que además de
producirse gracias al alimento
que ingiere la abeja, se va
liberando en la hemolinfa
donde comenzará a ser la
proteína más abundante.
En las abejas de verano la
máxima acumulación de proteína
en esta estructura corporal
se produce a la edad de
12 días. En las abejas de
invierno el nivel de almacenamiento
puede ser mayor que
el que presentan las abejas de
verano y además abarca un
período de tiempo más largo.
En las abejas nacidas a finales
del otoño la concentración de
proteína en el cuerpo graso
va disminuyendo a lo largo
del invierno y cuando llega la
primavera el nivel de proteína
es muy bajo, comparable al
encontrado en las pecoreadoras,
abejas en las que los cuerpos
grasos almacenan una
muy escasa cantidad de proteína.
Las reinas emplean las proteí-
nas sintetizadas en el cuerpo
graso para fabricar los huevos
y de todas ellas la dominante
en estas hembras (curiosamente
también en las obreras),
es la vitelogenina.
La vitelogenina se considera
por lo tanto como la proteína
más importante para las abejas,
su síntesis es muy baja
cuando las obreras emergen
de sus celdillas de cría, pero se
incrementa notablemente a
los 2-3 días de edad y alcanza
su máximo nivel cuando estas
abejas desempeñan la labor
de nodrizas. A los 10-15 días
de edad la síntesis de la vitelogenina
se reduce a niveles
prácticamente indetectables.
Sabemos que cuando las abejas
comienzan a ser pecoreadotas
y de forma independiente
a la edad de las mismas,
los niveles de síntesis de
vitelogenina se reducen también
a niveles prácticamente
indetectables.
Hemolinfa
Podemos hacer la siguiente
afirmación: la hemolinfa es
similar a la sangre que circula
por el cuerpo de todos nosotros.
Es un líquido con una
composición variable dependiendo
del grupo de animales
invertebrados que consideremos,
pero siempre están presentes
las proteínas en este
líquido. Básicamente la hemolinfa
transporta nutrientes,
oxígeno y hormonas; además
contiene células que desempeñan
diferentes funciones.
Sabemos que la vitelogenina
es la proteína dominante en la hemolinfa de reinas y obreras.
En las obreras de menos de 3
días de edad los niveles de
vitelogenina en la hemolinfa
no son detectables, pero se
van incrementando con el
tiempo, alcanzando su valor
máximo a los 7-9 días de
edad; además en esta edad
también se estabiliza la concentración
de esta proteína en
la hemolinfa.
Cuando las obreras comienzan
el pecoreo el título de la
vitelogenina en hemolinfa
baja rápidamente hasta alcanzar
niveles indetectables.
También sabemos que en las
abejas de invierno los niveles
de esta proteína en la hemolinfa
son altos, siendo la concentración
mayor en el otoño
que durante el invierno.
Obviamente las abejas usan
esta proteína en sus procesos
vitales y su concentración en
la hemolinfa va bajando de
forma progresiva conforme
avanza la estación invernal.
La infestación por Varroa destructor
influye en los niveles
de proteína presentes en la
hemolinfa. Sabemos que
varroa consume diariamente
0,25 µl de hemolinfa y por lo
tanto consume también la
proteína presente en este
líquido.
Glándulas hipofaríngeas
Estas dos glándulas se localizan
en la cabeza de las abejas,
debajo de la faringe (están
poco desarrolladas en las reinas
y ausentes en los zánganos)
y presentan una morfología
que recuerda un racimo
de uvas. Producen una secreción
proteínica de aspecto
lechoso que conocemos como
jalea real, empleada en la alimentación
de los miembros
de la colonia (larvas, reinas,
obreras y zánganos). ¿Qué
proteína se emplea para fabricar
jalea real en estas glándulas?,
pues principalmente vitelogenina.
Sabemos que en las abejas
nodrizas la tasa diaria de síntesis
de vitelogenina es equivalente
a la que necesita una
reina para aprovisionar de
proteína entre 30 y 100 huevos.
En las abejas de verano los
acinos (uvas) que forman la
glándula incrementan su
tamaño durante los 5-10 primeros
días de vida adulta.
Cuando estas abejas son
pecoreadoras las glándulas
hipofaríngeas se atrofian rápidamente.
En las abejas de invierno las
glándulas se encuentran
hipertrofiadas (muy desarrolladas)
y tienen un alto contenido
proteico, aunque este
alto valor de proteína se va
reduciendo conforme transcurre
el invierno.Longevidad, proteínas,
hormona juvenil y
abejas de invierno
Para Omholt y Adam (2004)
la vida media de una obrera
dentro de la colonia antes de
ser pecoreadora está comprendida
entre los 9 y 40 días,
aunque el rango normal es de
18-28 días. Según estos autores
las pecoreadoras sobreviven
en condiciones normales
entre 7 y 14 días. También
según ellos las abejas de
invierno que permanecen
dentro de la colonia pueden
sobrevivir hasta 8 meses.
Sabemos que las obreras desarrollan
a lo largo de su vida
diferentes labores en la colonia,
y que el lapso de tiempo
que dedican a cada actividad
es flexible y depende básicamente
de las necesidades de
la comunidad.
Se estima que una abeja obrera
desde un punto de vista
fisiológico está preparada
para ser pecoreadora a la
edad de 3-4 días, pero normalmente
con esta edad
nunca realiza labores de
pecoreo. Experimentalmente
se ha conseguido que un
grupo de abejas permanezcan
como nodrizas hasta los 130
días de edad, o bien que
comiencen a ser pecoreadoras
a los 4-7 días de edad.
La transición que significa
pasar de realizar labores dentro
de la colonia a ser pecoreadoras
conlleva importantes
cambios fisiológicos y de comportamiento
en los animales.
Para poder evaluar los condicionantes
e implicaciones de
esta transición tenemos que
tener en cuenta que la duración
de la vida (longevidad)
dentro de la colonia está
determinada principalmente
por condiciones “intracoloniales”,
mientras que la duración
del pecoreo depende casi
exclusivamente de condiciones
“extracoloniales”.
Antes de continuar describiendo
lo que hemos averiguado
sobre los mecanismos
que regulan la longevidad de
nuestras abejas, hay que presentar
a un nuevo e importante
“actor” que participa de
forma destacada en todo el
proceso que estamos describiendo.
Nuestro nuevo invitado
es la hormona juvenil.
La hormona juvenil es una gonadotropina que se sintetiza
en los córpora allata, unas
glándulas endocrinas asociadas
al cerebro de los insectos.
Su acción primaria en estos
animales favorece el desarrollo
de las características juveniles.
En la vida juvenil (no
adulta) esta hormona es la
dominante y determina los
procesos de muda. Cuando su
concentración en la hemolinfa
desciende se produce una
última muda y se alcanza el
estado adulto.
Realmente la hormona juvenil
tiene un influyente papel
sobre el comportamiento
reproductivo y la fisiología de
un gran número de insectos.
Por ejemplo, en las hembras
reproductoras de la mayoría
de los insectos esta hormona
regula la vitelogénesis (formación
de la yema) o síntesis
de los precursores de la vitelogenina.
Además existe una
relación directa entre hormona
juvenil y vitelogenina: a
mayor concentración de hormona
juvenil se corresponde
una mayor síntesis de los citados
precursores y finalmente
una mayor síntesis de vitelogenina.
Pero en el caso de las abejas
esto no es así. Sabemos que
cuando una reina nace las
concentraciones de hormona
juvenil y vitelogenina en la
hemolinfa son altas, pero a
partir de este momento la
concentración de hormona
juvenil comienza a bajar,
mientras que la de vitelogenina
permanece estable.
Es decir, en las abejas hembras
(en el caso de las obreras
ocurre lo mismo que en el de
las reinas) la regulación es
inversa y un título alto de
vitelogenina inhibe la síntesis
de la hormona juvenil y al
contrario, un alto nivel de
hormona juvenil inhibe la síntesis
de la vitelogenina. ¿porqué
en las abejas la relación
hormona juvenil-vitelogenina
es diferente al resto de insectos
conocidos?
Un dato importante a tener
en cuenta, el cambio de comportamiento
de nodriza a
pecoreadora va acompañado
de un incremento de los niveles
de hormona juvenil en
hemolinfa, y una bajada de los
niveles de vitelogenina en el
cuerpo del insecto.
Se piensa que probablemente
la hormona juvenil actúa
como una especie de marcapasos
que determina cambios
fisiológicos y de comportamiento:
la aplicación de hormona
juvenil a abejas obreras
recién nacidas las induce al
pecoreo. En experimentos
realizados en los que las pecoreadoras
comienzan a volar
fuera de la colonia a los 7-13
días de edad se ha visto que
esta actividad fuera de la colonia
va acompañada, no precedida,
de un incremento de los
niveles de la hormona juvenil.
Sabemos que una pecoreadora
puede revertir a nodriza
solamente si lleva algunos
días realizando actividades
fuera de la colonia. ¿Qué ocurre
con los niveles de hormona
juvenil y vitelogenina?
Algo lógico si tenemos en
cuenta lo que sabemos: en la
hemolinfa de la pecoreadora
desciende la concentración de
hormona juvenil y se incrementa
la de vitelogenina.
En las pecoreadoras que no
pueden ser otra vez nodrizas
los títulos de la hormona juvenil
en la hemolinfa no se alteran
de forma significativa
cuando se las quiere revertir a
nodrizas. Sabemos por experimentos
realizados que una
alta concentración de hormona
juvenil en el cuerpo de las
obreras reprime la síntesis de
vitelogenina.
Las pecoreadoras no se alimentan
con polen, sólo ingieren
azúcares que les proporcionan
la energía necesaria
para realizar su labor, pero
estos animales también necesitan
proteínas, por lo tanto
van consumiendo progresivamente
sus reservas corporales
almacenadas en el cuerpo
graso. Puede ser que la falta
de proteína sea uno de los
factores a considerar en la
muerte de las pecoreadoras.
Volvamos a las abejas de
invierno. Como resumen
podemos preguntarnos: ¿qué
sabemos de cierto sobre los
mecanismos o condiciones
que determinan la aparición
de estas abejas en las colonias?
Sabemos que nacen a finales
de verano o a comienzos del
otoño y que la ausencia o la
presencia de escasa cría en la
colonia, es una condición
necesaria para que las obreras
acumulen vitelogenina y se
produzcan las abejas de
Sabemos que cuando una reina nace las concentraciones
de hormona juvenil y vitelogenina en la
hemolinfa son altas, pero a partir de este
momento la concentración de hormona juvenil
comienza a bajar, mientras que la de vitelogenina
permanece estable. invierno, que también podemos
denominar abejas de
larga vida.
En experimentos realizados
se ha visto que la aparición de
las abejas de invierno no está
unida específicamente a la
estación del año y que este
tipo de obrera puede aparecer
en diferentes momentos:
cuando hay poca cría en la
colmena, cuando se produce
una enjambrazón, cuando se
pierde la reina de la colonia, o
bien cuando la actividad de
pecoreo es escasa.
También sabemos que las
abejas de invierno se desarrollan
en colonias con una adecuada
reserva de comida. Por
lo tanto es muy importante
que nuestras abejas dispongan
de una adecuada alimentación
para poder preparar la
invernada.
Una curiosidad de estas obreras
reside en que en condiciones
normales y en el transcurso
de la estación invernal, la
senescencia o envejecimiento
de los animales es un proceso
muy lento. En la primavera,
cuando se incremente el flujo
de néctar en la colonia determinados
factores ambientales
determinan que las abejas
dejen de ser abejas de invierno,
y comienzan a desarrollar
labores de nodrizas y pecoreadoras.
La mayoría de ellas
morirán siendo pecoreadoras.
La muerte de las obreras
y el pecoreo
Diferentes investigadores han
propuesto varias hipótesis
para explicar el porque de la
muerte de las abejas obreras.
Básicamente se han propuesto
las siguientes:
Las pecoreadoras son animales
que han agotado previamente
sus proteínas para preservar
los recursos de la colonia,
recordemos que en condiciones
normales los posibles
peligros que afectan a la
supervivencia están realmente
fuera de la colonia. La pérdida
de un animal con una
gran reserva de alimento se
considera una especie de
“despilfarro”.
El riesgo de mortalidad fuera
de la colonia es lo suficientemente
importante como para
explicar por si mismo la mortalidad
de las pecoreadoras.
Las pecoreadoras cuentan con
unas limitadas reservas de
glucógeno que cuando la
edad es avanzada no se pueden
reponer.
El metabolismo lleva asociado
daños oxidativos (estrés oxidativo)
que van deteriorando
la actividad metabólica y finalmente
causan la muerte.
Ruepell y cols (2007) en su
trabajo citan que la transición
colonia-pecoreo condiciona la
tasa de mortalidad independientemente
de la edad de la
abeja o del lugar en el que se
va a realizar el pecoreo.
Encuentran que en todas las
condiciones que ellos plantean
en sus experimentos se
produce un pico de mortalidad
al inicio del pecoreo
¿inexperiencia?, probablemente.
Cuando inician su actividad las
abejas pecoreadoras suelen
tener poco éxito en su trabajo,
pero mejoran rápidamente
con el tiempo ya que aprenden
rápidamente. En su trabajo
Schippers y cols (2006)
citan que las abejas comienzan
a pecorear a los 14±0,3
días de edad, el pico de eficiencia
en el pecoreo se produce
el 7º día recolectando los
animales un 80% más de lo
que recolectaron el 2º día de
actividad. Para estos autores
las abejas pecorean al menos
12 días, no mostrando los
insectos un incremento en la
cantidad de alimento recogido
entre los días 7º y 12º.
También encuentran que la
duración del vuelo de pecoreo
permanece más o menos
constante durante todo el
tiempo en el que realizaron
sus observaciones.
La vitelogenina es una proteí-
na que transporta zinc, de
hecho el contenido en zinc de
la hemolinfa está directamente
relacionado con el nivel de
vitelogenina. El zinc es un ión
importante desde un punto
de vista metabólico, actúa
como catalizador, ión estructural
y regulador de diferentes
procesos. Su deficiencia
induce estrés oxidativo, por lo
tanto la vitelogenina protegería
a las abejas de sufrir daños
oxidativos.
Bastantes personas conocen
que hay una hipótesis que
explica nuestro envejecimiento
recurriendo a daños de tipo
oxidativo que se producen
dentro de nuestras células
(estrés oxidativo). Si esta
hipótesis es correcta, se explicaría
de forma muy fácil el
porque la vitelogenina incrementaría
la longevidad de
nuestras abejas.A
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Para que las abejas reinicien en primavera su
actividad es importante suministrar un alimento
rico en azúcares (simulan una mielada), pero
que también contenga proteína. De esta forma
garantizaremos que la puesta de la reina que
estamos incentivando será alimentada de forma
conveniente.
pleno desarrollo, y además
escasean las reservas de
polen, puede ocurrir que las
nodrizas no cuenten con el
aporte de nutrientes suficiente
para fabricar jalea real, y
esta situación puede ser el
origen de muchos y variados
problemas.
Afortunadamente hoy en día
el mercado apícola ofrece
diferentes productos que permiten
suministrar a las colonias
aportes de diferentes
nutrientes.
Suministrar glúcidos (azucares)
a las abejas es una actividad
conocida por la gran
mayoría de los apicultores.
Pero este aporte energético
por si solo no lo podemos
considerar como un alimento
completo que nos asegura
una buena condición sanitaria
en las colonias. Necesitamos
también realizar un aporte
proteico a las colmenas ya
que azucares y proteínas son
necesarios para que nuestros
animales desarrollen diferentes
actividades, como por
ejemplo, mantener la temperatura
de la colonia, fabricar
cera o realizar vuelos de
pecoreo.
Para hablar de alimentación
artificial de las colonias vamos
a diferenciar primeramente
dos épocas muy definidas: inicio
y fin de temporada.
Para que las abejas reinicien
en primavera su actividad es
importante suministrar un alimento
rico en azúcares (simulan
una mielada), pero que
también contenga proteína.
De esta forma garantizaremos
que la puesta de la reina
que estamos incentivando
será alimentada de forma
conveniente.
Una fórmula, que vamos a
denominar Alimentación de
Inicio de Temporada, sería la
siguiente: jarabe de glucosa o
azúcar y agua en la proporción
2:1 (2 partes de azúcar y
una parte de agua) más un
complejo de aminoácidos,
como por ejemplo, promotor
L. Esta alimentación se suministrará
durante 9 semanas de
la forma siguiente:
- Durante las primeras 3
semanas prepararemos y
administraremos la siguiente
receta: 15 cm3 de promotor L
disuelto en 2 k de jarabe de
glucosa.
- En las siguientes 3 semanas
el alimento se preparará
disolviendo 10 cm3 en 2 k de
jarabe de glucosa.
- En las últimas 3 semanas
disolveremos 5 cm3 de promotor
en un jarabe más diluido.
Si lo preparamos con azú-
car la proporción será 1:1 (1
parte de azúcar y 1 parte de
agua).
En todos los casos la cantidad
de alimento administrada
estará comprendida entre ½
y 1 kilogramos/colmena.
Para que las abejas reinicien en primavera su
actividad es importante suministrar un alimento
rico en azúcares (simulan una mielada), pero
que también contenga proteína. De esta forma
garantizaremos que la puesta de la reina que
estamos incentivando será alimentada de forma
conveniente.
nº 93 enero-marzo 2009 51
Aunque esta cantidad depende
del contingente de abejas
que tenga la colonia, por
ejemplo, hasta 4 cuadros de
abejas ½ kilo, mas de 4 cuadros
1 kilo de jarabe.
Cumplidas las 9 semanas la
primavera debe de estar los
suficientemente avanzada
como para que la colonia por
si sola pueda obtener todo el
alimento que necesita. De no
ser así, como ocurre cuando la
meteorología es adversa,
debemos de seguir alimentando
las colonias, pero ya
sólo con jarabe de glucosa en
una proporción 2:1 (2 partes
de azúcar y 1 parte de agua).
Suministraremos ½
k/colmena una vez por semana.
La Alimentación de Fin de
Temporada se basa en la
nutrición de las colonias con
un alto nivel de proteínas,
para conseguir que las colmenas
tengan un buen nivel de
reservas de cara al invierno.
Esta alimentación no debe de
incentivar la puesta de la
reina, recordemos, no queremos
que la población de la
colonia se incremente sino
que el nivel de reservas sea
óptimo para la invernada.
Sabemos que una obrera de
invierno bien nutrida es nuestro
mejor seguro para pasar la
estación invernal.
Una fórmula sencilla sería la
siguiente:
3 partes de harina de soja
desgrasada o tostada.
1 parte de levadura de cerveza.
1 parte de leche desnatada en
polvo.
Jarabe de azúcar en proporción
2:1.
La cantidad de jarabe de azú-
car es la necesaria para formar
una pasta que no se deshaga
sobre los cuadros. Como
esta mezcla no es muy palatable
para las abejas, lo conveniente
es administrar peque-
ñas cantidades, no excediendo
en cada caso los 50 g. Es
preferible esto a dejar la pasta
dentro de la colmena y que se
reseque, lo que provoca que
las abejas no lo consuman.
Antes de finalizar consideramos
importante realizar dos
puntualizaciones. La primera
es que la alimentación artificial
es sólo una herramienta
más en el cuidado de nuestras
colonias, y de ninguna forma
reemplaza los alimentos que
las abejas obtienen de forma
natural. Lo ideal es dejar en la
colonia las suficientes reservas,
que además de proporcionar
el alimento necesario,
actúan como un aislante térmico
protegiendo el núcleo
de cría.
La segunda puntualización es
que no hay que descuidar la
provisión de agua, para las
abejas el agua es tan esencial
como para nosotros y muchas
veces descuidamos la provisión
de agua. El agua interviene
en los procesos fisiológicos
de transformación de los alimentos,
en la regulación de la
temperatura de la colonia y
en forma directa sobre la cría.
Lo óptimo sería situar el apiario
cerca de una fuente natural
de agua: ríos, arroyos o
embalses.
Como somos conscientes de
que muchas veces estas condiciones
no se dan en los
asentamientos de las colmenas,
es el apicultor el que
debe de realizar el aporte del
agua necesaria para que las
colonias nunca carezcan de
este elemento esencial para la
vida.
La Alimentación de Fin de Temporada se basa
en la nutrición de las colonias con un alto nivel
de proteínas, para conseguir que las colmenas
tengan un buen nivel de reservas de cara al
invierno. Esta alimentación no debe de incentivar
la puesta de la reina, recordemos, no queremos
que la población de la colonia se incremente
sino que el nivel de reservas sea óptimo
para la invernada.
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