jueves, 4 de agosto de 2016

Sistema nervioso y órganos de los sentidos hot

Para facilitar su tratamiento puede considerarse que el sistema nervioso de los insectos se divide en cuatro partes o subsistemas denominados: central, visceral, periférico y sensorial.

El sistema nervioso central está formado por el cerebro y la cuerda nerviosa ventral. El cerebro consiste de tres pares de ganglios: el protocerebro que inerva ojos compuestos y ocelos, deutocerebro inerva antenas y tritocerebro labro y estomodeo. Los nervios circumesofágicos conectan al tritocerebro con al ganglio subesofágico, el cual es el resultado de la fusión de tres pares de ganglios que inervan mandíbulas, maxilas, labio y ducto salival.

La cuerda nerviosa ventral está formada por ganglios segmentales pares, generalmente un par por segmento, aunque en muchos casos algunos de estos ganglios están fusionados. En el tórax existen, tres pares de ganglios torácicos que inervan patas y alas, músculos toracales y receptores sensoriales. Los ganglios abdominales controlan los movimientos de los músculos abdominales.  Los espiráculos en torax y abdomen están controlados por un par de nervios laterales que surgen de cada ganglio segmental. Un par de ganglios abdominales pares (usualmente fusionados para formar un gran ganglio caudal) inervan el ano, la genitalia externa y receptores sensoriales abdominales.
El sistema nervioso simpático o vegetativo está constituido por ganglios y nervios que llegan a los órganos internos de los insectos, y está conectado con el sistema nervioso central y con el endócrino. Suele ser dividido en dos subsistemas: estomogástrico (inerva tubo digestivo y corazón) y caudal (inerva órganos genitales y extremo posterior de tubo digestivo).
El sistema nervioso periférico lo constituye la red de neuronas motoras y sensoriales que se disponen por debajo del tegumento, desde las sensilas cuticulares hacia los ganglios de la cadena nerviosa ventral.
Los órganos de los sentidos constituyen el sistema nervioso sensorial, cuya unidad básica es el sensilio, que típicamente comprende: a) una estructura, cuticular o epidérmica, a través de la cual el estímulo es amplificado o dirigido o traducido a otros cambios mecánicos o químicos, y b) una o varias células sensoriales nerviosas. Morfológica y funcionalmente derivan de una estructura tricoide (en forma de pelo) y se los clasifica de diversas formas de acuerdo a la forma de la estructura cuticular: sensilios séticos, escamiformes, basicónicos, celocónicos, ampuláceos, campaniformes, etc. Los estímulos que perciben pueden ser mecánicos, químicos, visuales, y de otros tipos.
Los mecanorreceptores son sensibles al contacto físico con superficies sólidas (tocar y ser tocados), detectan movimientos de aire, incluyendo ondas sonoras y el sentido de la gravedad. El tipo más simple de receptor táctil es un pelo o cerda provisto de una célula nerviosa, una sensilia pilosa. Algunos mecanorreceptores denominados órganos cordotonales o escolopales reciben información a cerca de la posición del cuerpo en el espacio y de los eventos físicos que ocurren en el cuerpo. Los insectos perciben ondas sonoras o vibraciones (sentido de la audición) por medio de dos tipos de órganos: sensilias pilosas y órganos timpánicos (como el órgano de Johnston y el órgano subgenual).
Los quimiorreceptores tienen paredes muy delgadas o perforadas y numerosas células sensoriales, actúan como receptores de gusto y olfato. La diferencia entre éstos es que el gusto se percibe en contacto y los olores a distancia.
Los fotorreceptores forman estructuras fotosensibles especializadas tales como ojos compuestos y ojos simples u ocelos, ambas formadas por unidades sensoriales llamadas omatidios. Los omatidios están constituidos por una lente o córnea, debajo de la cual se encuentra un grupo de cuatro células transparentes cónicas que secretan un cuerpo conocido como cono cristalino. Alrededor del cono y de las células que lo secretan, se ubican las células pigmentarias primarias, que comúnmente son dos.  En la base del omatidio se encuentra un grupo de células visuales, generalmente 8, que en conjunto se denomina retínula. Cada célula lleva en una superficie modificada (rabdómero) el pigmento visual, que en conjunto forman el rabdoma del omatidio. Las retínulas están rodeadas por células pigmentarias secundarias, aislando ópticamente cada omatidio de sus vecinos. Cada axón de estás se comunica con el sistema nervioso central.
Existen dos mecanismos básicos de formación de imágenes
1) Vision por aposición o en mosaico. Cada omatidio actúa independientemente, abarcando una parte muy pequeña (semejante a un punto) del campo visual total; es decir cada omatidio recibe los estímulos de un punto del campo visual, sin que ese punto sea percibido por ningún otro omatidio. Esto ocurre debido al aislamiento entre omatidios que brindan las células pigmentarias secundarias. La yuxtaposición de muchos puntos, cada uno proveniente de un omatidio, produce entonces una imagen mayor de todo el campo, semejante a una fotografia que consta de muchísimos puntos diminutos.
2) Visión por superposición. Este tipo de visión se logra por la concentración del pigmento contenido en las células pigmentarias debido a la baja intensidad de luz. De este modo, los omatidios ya no están ópticamente aislados y entonces cada rabdoma recibe, además de los rayos que han pasado por sus propias lentes, los que pasaron por omatidios vecinos. En general, la agudeza visual esta en función de varias características. A mayor número de omatidios las imágenes son mas perfectas y menos luminosas; al utilizar la visión por superposición (insectos nocturnos o crepusculares) la nitidez de la imagen es menor. La capacidad de adaptación del ojo a la luz cambiante es variable para cada especie; generalmente, los ojos que normalmente ven por superposición poseen pigmentos muy móviles en las células correspondientes, siendo menos frecuentes o intensos en los de aposición (insectos diurnos), donde frecuentemente se dan movimientos pigmentarios según los ritmos circadianos. 

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